19.5.10

REHABILITACIÓN SENSORIAL, PSICOMOTRIZ Y NEUROPSICOLÓGICA

Las características físicas y biomecánicas del Caballo lo hacen a su vez un excelente Rehabilitador a nivel Sensorial, Psicomotriz y Neuropsicológico.
El caballo, gracias a su temperatura corporal de 38 – 38,8 ºC, transmite calor al jinete, produciendole relajación y una mejora de la circulación sanguínea.
Asimismo, el caballo transmite al jinete, a través de su dorso, de 90-110 impulsos rítmicos que estimulan reacciones de equilibrio. Este tipo de estimulación es terapéutica a nivel neurofisiológico.

El jinete recibe también la transmisión de un patrón de locomoción similar al de la marcha humana: la biomecánica del paso del caballo produce un movimiento igual al del caminar humano. Esto posibilita a personas con discapacidades que les dificultan o impiden caminar que su cuerpo y su cerebro reciban los estímulos de una acción igual a la del andar humano, lo que hace que el paciente enfrente el tratamiento y el movimiento de forma activa a la vez que le fomenta la instauración del patrón de locomoción que le servirá de guía a la hora de generar el propio movimiento.

Además, gracias a que el andar del caballo produce movimientos tridimensionales (hacia arriba, abajo, adelante, atrás, hacia los lados y rotante) que estimulan los músculos, las articulaciones y la columna vertebral, la persona que permanece montada sobre el caballo y sometido a ciertos estímulos y ejercicios dirigidos por un fisioteraputa o un kinesiólogo, debe adaptarse y reaccionar frente a los movimientos. La reacción produce efectos a nivel muscular, sensorial y neuronal, mejorando el tono muscular, el equilibrio y la coordinación.

Los efectos a nivel sensorial fomentan tanto el aprendizaje motor a través de los sistemas propioceptivos como el desarrollo de los órganos sensores exteriores como el tacto, la vista, el oido y el olfato, influyendo y desarrollando la percepción a nivel cerebral.

El trabajo con el caballo permite a su vez estimular funciones ejecutivas cerebrales en las que intervienen procesos cognitivos tales como la atención, concentración, comprensión, memoria, etc.

El hecho de relacionarse con un ser vivo permite que el paciente establezca un vínculo afectivo con él, por lo que la motivación, las emociones y los sentimientos se ven implicados. Así también se observa un aumento de la autoestima y de la seguridad en sí mismo, ejerciendo un efecto potenciador e integrador de todo el trabajo terapéutico.

Está indicado para la rehabilitación de pacientes con enfermedades neurodegenerativas y traumatológicas y para personas con discapacidades físicas y psíquicas.

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